22.3.06

Bésame

Perdona mis inexpertas mejillas, señor de la vid y sueño, que han pasado por penurias e inmersas se encuentran, más bien, ahogadas en esa piedad que les pides.
No han aprendido suficiente a susurrar, no han practicado la mentira ni ejercitado el isignificante músculo primerizo que habita sus entrañas.
La risa es lo que alimenta sus tejidos. Lo que mantiene vivo y en forma a este par.
Permíteme tú, apuesto lado extraño, que mis mejillas ejerciten su mísero consuelo.

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