¡Garçon!
Todo empezó ese jueves de Semana Santa en San Luis Potosí, cuando todos los tenderos, vigilantes, plomeros, boleros, mascachicles y barrecalles se esconden en sus pequeñas madrigueras para refugiarse de todo posible virus demoniaco que viaje por el aire.
No había ni una sola tienda abierta cuando salí a comprar esa inmensa cantidad de comida ( que, por cierto, batallé mucho para recordar ): un paquete de tostadas, dos jitomates, dos aguacates, diez rebanadas de jamón, una bendita e indispensable Coca Cola de dos litros y medio, un bote de crema y una lata de frijoles. No estaba ni el señor Peje de la tienda frente a mi casa ( Peje porque nunca dice nada ), ni el del hijo guapetón de "El Indio" ( que es la tienda más surtida de por aquí ), ni el par de momias de la tienda de "hasta allá" ( es una pareja de viejos con sabe cuántos hijos y nietos revoltosos que corren por toda la tienda, que aparentan vivir en pobreza, pero cuando los ves en su Chevy del año en la calle, se te van todas las ganas de comprarles - observen la tacañez del la mexicana común y ni tan común y corriente ).
En nuestro extenso, más siempre vacío como el Pollo Loco refrigerador, no había nada para alimentarnos. Veías de aquí para allá y desesperabas al ver cómo es que la soltería amenaza las vidas de los individuos sin un perro que abrazar; un tupper con frijoles ya sin caldo, otro con chuletas ahumadas, perdón, enmohadas, y, por último, dos botellas llenas con aceite Capullo.
¿Qué hicimos mi mamá y yo? ¿¡Cómo íbamos a salir a comprar los víveres hasta la Farmacia Guadalajara!? Pues no comimos. Estómagos retorcidos, lombrices hambrientas, tráqueas secas, intestinos dormidos y depresión momentánea fueron los síntomas.
¿Imaginan entonces mi reacción al escuchar la santa oración de mi madre: "Vamos a ir a cenar con Blanca"?
Me vestí más rápido que el Correcaminos, al igual que mi mamá, y, al cabo de unos veinte minutos, escuché el claxon salvador del Tsuru azul de Blanca que nos llevaría a un posible paraíso... No. Decidieron ir a Vips.
Ya que llegamos y nos aposentamos en una mesa con sillas un poco menos incómodas que mi cama ( después de rechazar un rincón abandonado que nos ofrecieron como "mesa" en el abarrotado restaurante ), esperamos a la persona que nos trajera al fin unos kilitos de grasita...
Y así comenzó la cena del terror...
Pasaron no sé cuántos, pero muchos tic-toc's para que trajeran las cartas y el pan de la mesa y esas cosas, pero bueno.
Mi madre y Blanca pidieron unas exquisitas ( según la carta, que incluía fotos con "flautas" de seguro de plástico y en lugar de crem, Resistol 5000 [ para que se vea la consistencia ) enchiladas "Zacatlán". Blanca una naranjada y mi madre una limonada mineral. Para mí, como pequeñita, una leche malteada de vainilla y un pie helado de limón ( por favor ).
Tic-toc
Tic-toc
Tic-toc
Bastantes, de nuevo... Desesperamos, como muchos otros clientes, y avisamos a la señorita si nos iba a traer la orden "¿O QUÉ?".
Después de unos veinte minutos llegaron los platillos ( al fin ). Para variar, nos enojamos porque las mentadas enchiladas eran tres viles tortillas con su caldo ese encima. Mi leche malteada tenía ¡¿M&M's y pedazos míseros de galleta Oreo encima?!
¿Tan peque me veo? ¬¬ Y el colmo, mi plato con el pie helado de limón, tenía alrededor de éste casi nulas rayaduras de limón que, en lugar de "adornar" el platillo, se veía más indio que nada... ¿Qué hacerle? A comer...
Terminamos, para esto encontramos un cartel que decía "Garantías Vips" ( ¿? ), entre las que se encontraban:
*Si la mesera no le da una sonrisa al menos una vez...
*Si su platillo no se lo entregamos en menos de doce minutos ( zona express )...
( Y otras más que no recuerdo... )
...Vips paga su platillo...
¡Bah! Pensé... ¿Estaré en la zona express?
Pasaron otros veinte minutos para que nos recogieran los platos y unos quince en que le trajeran a mi madre un café... Y la señorita no había sonreído ni una sola vez...
Mi mamá acabó su café, pero no le fue suficiente y pidió otro más mientras platicábamos, para este café tardaron como media hora, es por eso que la dulce Blanquita se levantó de su silla y fue a hablar con la mesera para ver si se le iba a dar la gana de llevarnos el café, aún así, tardó otros cinco minutos, y, cuando pasó por nuestra mesa, dijo: "¿Todavía quiere su café?". Sí, escuché sangre hervir.
Mi madre acabó al fin el café y pedimos la cuenta, esta vez no tardaron ni cinco minutos. El jefe de meseros se nos acercó y preguntó cuál había sido el problema. ( ¿Cuál no había sido el problema? ). Explicamos todo y él rápidamente hizo unos garabatos en nuestra cuenta. "Les harán un descuento".
Nos retiramos un poco más felices a la caja a pagar.
Finalmente, después de picarle a los botones de su caja registradora cual martillo al clavo, la señorita nos dijo que eran ¡SESENTA Y NUEVE CINCUENTA! º_º
Jejejeje, salimos beneficiadas...
¿Quieren otro colmo? Mi madre y Blanca no hubieran visto la manta que estaba a la entrada si yo no se los hubiera dicho, pero decía: "Nuestra gente hace la diferencia. Vips. Solicita personal".
...
¡No vayan a Vips Av. V. Carranza en vacaciones!
No había ni una sola tienda abierta cuando salí a comprar esa inmensa cantidad de comida ( que, por cierto, batallé mucho para recordar ): un paquete de tostadas, dos jitomates, dos aguacates, diez rebanadas de jamón, una bendita e indispensable Coca Cola de dos litros y medio, un bote de crema y una lata de frijoles. No estaba ni el señor Peje de la tienda frente a mi casa ( Peje porque nunca dice nada ), ni el del hijo guapetón de "El Indio" ( que es la tienda más surtida de por aquí ), ni el par de momias de la tienda de "hasta allá" ( es una pareja de viejos con sabe cuántos hijos y nietos revoltosos que corren por toda la tienda, que aparentan vivir en pobreza, pero cuando los ves en su Chevy del año en la calle, se te van todas las ganas de comprarles - observen la tacañez del la mexicana común y ni tan común y corriente ).
En nuestro extenso, más siempre vacío como el Pollo Loco refrigerador, no había nada para alimentarnos. Veías de aquí para allá y desesperabas al ver cómo es que la soltería amenaza las vidas de los individuos sin un perro que abrazar; un tupper con frijoles ya sin caldo, otro con chuletas ahumadas, perdón, enmohadas, y, por último, dos botellas llenas con aceite Capullo.
¿Qué hicimos mi mamá y yo? ¿¡Cómo íbamos a salir a comprar los víveres hasta la Farmacia Guadalajara!? Pues no comimos. Estómagos retorcidos, lombrices hambrientas, tráqueas secas, intestinos dormidos y depresión momentánea fueron los síntomas.
¿Imaginan entonces mi reacción al escuchar la santa oración de mi madre: "Vamos a ir a cenar con Blanca"?
Me vestí más rápido que el Correcaminos, al igual que mi mamá, y, al cabo de unos veinte minutos, escuché el claxon salvador del Tsuru azul de Blanca que nos llevaría a un posible paraíso... No. Decidieron ir a Vips.
Ya que llegamos y nos aposentamos en una mesa con sillas un poco menos incómodas que mi cama ( después de rechazar un rincón abandonado que nos ofrecieron como "mesa" en el abarrotado restaurante ), esperamos a la persona que nos trajera al fin unos kilitos de grasita...
Y así comenzó la cena del terror...
Pasaron no sé cuántos, pero muchos tic-toc's para que trajeran las cartas y el pan de la mesa y esas cosas, pero bueno.
Mi madre y Blanca pidieron unas exquisitas ( según la carta, que incluía fotos con "flautas" de seguro de plástico y en lugar de crem, Resistol 5000 [ para que se vea la consistencia ) enchiladas "Zacatlán". Blanca una naranjada y mi madre una limonada mineral. Para mí, como pequeñita, una leche malteada de vainilla y un pie helado de limón ( por favor ).
Tic-toc
Tic-toc
Tic-toc
Bastantes, de nuevo... Desesperamos, como muchos otros clientes, y avisamos a la señorita si nos iba a traer la orden "¿O QUÉ?".
Después de unos veinte minutos llegaron los platillos ( al fin ). Para variar, nos enojamos porque las mentadas enchiladas eran tres viles tortillas con su caldo ese encima. Mi leche malteada tenía ¡¿M&M's y pedazos míseros de galleta Oreo encima?!
¿Tan peque me veo? ¬¬ Y el colmo, mi plato con el pie helado de limón, tenía alrededor de éste casi nulas rayaduras de limón que, en lugar de "adornar" el platillo, se veía más indio que nada... ¿Qué hacerle? A comer...
Terminamos, para esto encontramos un cartel que decía "Garantías Vips" ( ¿? ), entre las que se encontraban:
*Si la mesera no le da una sonrisa al menos una vez...
*Si su platillo no se lo entregamos en menos de doce minutos ( zona express )...
( Y otras más que no recuerdo... )
...Vips paga su platillo...
¡Bah! Pensé... ¿Estaré en la zona express?
Pasaron otros veinte minutos para que nos recogieran los platos y unos quince en que le trajeran a mi madre un café... Y la señorita no había sonreído ni una sola vez...
Mi mamá acabó su café, pero no le fue suficiente y pidió otro más mientras platicábamos, para este café tardaron como media hora, es por eso que la dulce Blanquita se levantó de su silla y fue a hablar con la mesera para ver si se le iba a dar la gana de llevarnos el café, aún así, tardó otros cinco minutos, y, cuando pasó por nuestra mesa, dijo: "¿Todavía quiere su café?". Sí, escuché sangre hervir.
Mi madre acabó al fin el café y pedimos la cuenta, esta vez no tardaron ni cinco minutos. El jefe de meseros se nos acercó y preguntó cuál había sido el problema. ( ¿Cuál no había sido el problema? ). Explicamos todo y él rápidamente hizo unos garabatos en nuestra cuenta. "Les harán un descuento".
Nos retiramos un poco más felices a la caja a pagar.
Finalmente, después de picarle a los botones de su caja registradora cual martillo al clavo, la señorita nos dijo que eran ¡SESENTA Y NUEVE CINCUENTA! º_º
Jejejeje, salimos beneficiadas...
¿Quieren otro colmo? Mi madre y Blanca no hubieran visto la manta que estaba a la entrada si yo no se los hubiera dicho, pero decía: "Nuestra gente hace la diferencia. Vips. Solicita personal".
...
¡No vayan a Vips Av. V. Carranza en vacaciones!
11 Comentarios:
Me reí como una hiena deshidratada (hace un calor de la fregada)...
Qué ¿vamos a cenar al Vips?
Jajajajajaja, no gracias... No tengo hambre. :D
jeje. Mere et famme. Une garçon est ne oag une personne tré bonne parec que il ne pag mangue une poisoun et wune une habit.
L aúltima vez que fui a Vips pedí un pollo a la no me acuerdo que, y todo parecía bien hasta que empezé a partirlo con el cuchillo: estaba totalmente crudo por dentro, uuggghh!! fúchila y guácala!!! por cierto, ¿por que tu contador es de guitarra y el mío no? el tuyo es más bonito.
Jajajaja, lo acabo de poner. Puedes personalizarlo en Bravenet.
Alguna ves trabaje para vips, no era mesero, estaba en el corporativo, pero una de las cosas que sonaban fuerte en los pasillos del corporativo era la falta de atención a los clientes y que la comida no es tan buena, curiosamente los postres son bien recividos por la gente !! por algo nunca fuí a comer a ningún restaurante mientras trabaje para ellos...jejeje
de paso por tu blog, esta chido...
me gusta san luis potosi, sobre todo la región de la sierra, mi madre es de Rio verde, SLP
saludos....
ashhh ya estoy como el pasito tutun..."recivido" "recibido", solo que no me autodesterrare...jeje por algo lo mio son los números..
Gracias, gandalf...
Te cambiaremos las Zacatlán por las potosinas o suizas.
Y no te exilies, por favor, mi contador Bravenet está muy abajo jaja.
Ana (porque a tu mamá le digo Sofí) jeje, muchas gracias por la información que aportó tu blog a mi investigación personal, a ver como resultan las cosas, y aunque este post no tiene nada que ver con Vips, sobre la CarneDeDiván, creo que esta más cerca del asador que del refrigerador. Anónimo mientras no me conoces jejeje.
No es justo, el anónimo reune pistas y yo no tengo de donde ...
Saludos.
"La vida es injusta, acostúmbrate a ello".
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